Los medios que se publicaron en Concepción tuvieron una característica muy especial: hasta comienzos del siglo XX ejercieron una notoria influencia en el resto de las provincias del sur de Chile, en especial en las que se crearon en el territorio de la Araucanía, incorporado al país en el decenio de 1880. Por tal motivo cuidaron de mantener una permanente cobertura de las actividades desarrolladas en ellas y de los principales problemas que las afectaban.
El primer periódico que circuló en Concepción fue “El Faro del Bío-Bío”, que lo hizo desde el 19 de octubre de 1833, cumpliendo 60 entregas que se distribuían semanalmente. Fue impreso en los talleres del Instituto Literario de Concepción, por iniciativa de su rector, Pedro Nolasco Caballero. Éste adquirió una imprenta y la bautizó con el nombre de Imprenta del Instituto. Se agregó al taller una segunda prensa que se encontraba en depósito en los almacenes fiscales de la ciudad, y que por diligencia del intendente José Antonio Alemparte fue entregada al colegio. Sus redactores fueron el industrial francés Luis Boché, quien actuó como administrador y regente de la imprenta, el médico Juan José Arteaga, el coronel Quintana, el propio intendente Alemparte y Pedro Fernández Garfias.
Desde el 15 de diciembre de 1842 circuló “El Telégrafo de Concepción”, periódico que aparecía dos veces por semanas y que completó 287 números. Su editor era el peruano Esteban Dañino y sus principales redactores fueron los hermanos Félix Antonio y Ramón Novoa.
Consagrado al progreso de la industria y del comerció apareció los días sábado, a partir del 26 de junio de 1845, el periódico “La Patria”, redactado por Vicente Varas y Adolfo Larenas y que, impreso en la Imprenta del Instituto Literario, logró completar los 100 números.
Manuel Novoa fue el redactor de “La Estrella del Sur”, periódico impreso en 1845 en la Imprenta El Telégrafo, y que sólo alcanzó a tres ediciones.
Mayor duración tuvo “El Penquista”, periódico “político, literario y noticioso”, fundado el 18 de septiembre de 1845, redactado por Ramón Novoa, Juan Alemparte y otros, impreso en la Imprenta Libertad, nuevo nombre que adoptó la Imprenta del Instituto Literario, y que llegó a los 104 números.
Pocas ediciones alcanzó “El Relámpago”, periódico redactado por Vicente Varas e impreso en 1846 en la Imprenta Libertad.
El 29 de septiembre de 1849 se inició “El Correo del Sur”, publicado los días sábados, redactado por Adolfo Larenas, el argentino Ramón Gil Navarro y Domingo Vico. A partir de 1853 comenzó a escribir en este periódico, como corresponsal en la provincia de Arauco, el angelino Pedro Ruiz Aldea, que lo hizo hasta enero de 1855, cuando pasó a “El Ferrocarril” de Santiago para desarrollar más adelante una notable carrera como periodista y escritor costumbrista. Concluyó “El Correo del Sur” con la edición 1.504, de 31 de diciembre de 1861. Con igual nombre, pero con el folio Año I, N° 1, siguió el periódico hasta la edición 509, de 20 de mayo de 1865. Hubo otro “El Correo del Sur”, dirigido por Luis Serrano Arrieta, que se fundó como órgano del balmacedismo en 1890, para terminar con el número 337 el 16 de agosto de 1891.
El 12 de febrero de 1851 empezó a circular “La Unión”, periódico político y bisemanal, que tenía la particularidad, muy innovadora para la época, de ser gratuito. Fue fundado como órgano de la agrupación liberal que proclamó la candidatura presidencial del general José María de la Cruz. Era redactado por Adolfo Larenas, el prolífico Pedro Félix Vicuña, Juan Alemparte, Ricardo Claro y Juan José Arteaga, y alcanzó 27 ediciones.
De 12 de marzo de 1858 es “El Correo del Pueblo”, periódico que aparecía tres veces por semana, y que defendía la libertad electoral frente al gobierno de Manuel Montt. Fue redactado por Ricardo Claro, Aníbal Pinto, Vicente Sanhueza, Félix Novoa, Juan Alemparte y otros. También colaboró en este periódico Rosario Ortiz, ardiente partidaria del general De la Cruz, que había participado en la revolución de 1851.
Otro periódico que subsistió varios años fue “La Tarántula”, bisemanal entre el 5 de abril de 1862 y el 1 de enero de 1887, con cuatro mil 442 números. Fue su redactor el ya citado Pedro Ruiz Aldea, y colaboraron en él Manuel J. Lara, Ricardo Claro, Carlos Castellón y Manuel Novoa. Desde el número 1.030, de 27 de julio de 1871, apareció con el nombre de “La Revista del Sur”, que se convirtió después en diario, y cuyos editores y redactores fueron Manuel Jesús Lara y sus hijos Horacio y Manuel Antonio. A éste cabe agregar “La Democracia”, semanal entre 1871 y 1876, de orientación radical, redactado por Ricardo Claro, Manuel Arístides Zañartu, Carlos Castellón, José Salomé de la Cruz, Lisandro Martínez Rioseco y Gregorio Pinochet.
De más corta vida fueron “El Alba”, periódico literario dominical, redactado por Ramón Harriet Rodríguez y que duró entre el 19 de junio y el 30 de octubre de 1870; “La Democracia Moderna”, también redactado por Ramón Harriet, semanario que principió el 10 de mayo de 1871 y terminó el 17 de junio de 1876; “El Murciélago (1887), “El Demócrata” (1891-1892), y “El Bohemio” (1902).
Pero sin duda el diario más influyente de la región ha sido “El Sur”, que comenzó a circular el 15 de noviembre de 1882 y se publica hasta hoy, habiendo tenido ediciones en Temuco, y que edita actualmente el vespertino “Crónica”, en su segunda época desde el 21 de agosto de 1995.
Fundado por Juan Castellón Larenas, intendente de Concepción en ese momento, Agustín Vargas Novoa, Ignacio Ibieta, Víctor Lamas Miranda, Carlos Castellón Larenas, Beltrán Mathieu Andrews, Víctor Manuel Rioseco Cruzat, Rafael de la Sota Benavente, Lisandro Martínez Rioseco, Rafael de la Maza, Luis Urrutia Rozas, Mariano Palacios Daroch y Gregorio Burgos, a los que se unió después Andrés A. Lamas, el diario, que representó en sus comienzos los intereses del Partido Radical, y que comenzó con sólo cuatro páginas, logró ganar especial prestigio tanto por la calidad de sus redactores como por la seriedad de su trabajo periodístico. Impreso inicialmente en los talleres que habían pertenecido a “El Nuevo Ferrocarril”, de breve existencia, su programa fue luchar contra la intervención electoral; establecer la educación laica de la mujer; combatir al centralismo y ser instrumento eficiente del progreso y crecimiento de Concepción.